Durante muchas décadas los grandes errores sobre este tema han venido relacionándose con S. Freud; como si él tuviese la culpa de todos los enredos en este ámbito. Y no hay duda de que debe caberle una gran parte de la responsabilidad en la sexualización (es decir, genitalización) de la cultura contemporánea. Pero Freud también fue parte de un tiempo y un movimiento que quería prestar oídos a doctrinas como la suya. La culpa no es toda del predicador, aunque lleve la mayor parte; si tanto falló el discernimiento de sus oyentes, por algo habrá sido. Considero que Freud enseñó lo que muchos querían oír, y que el mundo occidental venía pudriéndose de mucho antes; el célebre psiquiatra aportó el catalizador que aceleró el proceso. Algo semejante ocurre en nuestro tiempo, caldo de cultivo de las más trastornadas doctrinas... Hoy los jóvenes quedarían atolondrados, fastidiados y molestos si alguien intenta hablarles de castidad o pureza. ¡No son tiempos, estos, de zonceras! Es la virtud exiliada.
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