Empezaría por decir que aquí no hay nada que no se haya dicho. No obstante, lo que aquí se encuentra es mi forma de ver, tan particular, situada y concreta que no tiene por qué hacerle sentido a otro. Los temas son variados y su conexión imposible, pero fenomenológicamente hay una consciencia apalabrando hechos. Tal vez no es un testimonio fiel y mucho menos un conjunto cerrado de anécdotas, sin embargo hay una ciencia que lo atraviesa: la ciencia del sujeto. El método es anárquico y obedece a relaciones más que a principios: hay acontecimientos, crisis y coyunturas que permiten partir a una discusión con lecturas, autoras y autores, hay conclusiones parciales y la forma importa más que el fondo. He elegido las palabras porque en ellas hay la cadencia y la lentitud que al mundo le falta y porque no hay nada que perder en su presencia. Dentro del método hay una obsesión: la frase. La frase es más que un conjunto de palabras amontonadas para dar sentido, la idea siempre fue que sólo en la frase descansa la autoobservación. Hay intuición, pero no se trata sólo de eso. Hay hechos, aunque no es una cronología.