A principios del siglo XXI se refuerza el papel de la inversión internacional y de los mercados financieros (moneda, crédito, mercados bursátiles), el capital internacional adquiere una importancia independiente y autosuficiente. Estas nuevas condiciones y la propia naturaleza de la economía postindustrial se convierten en un nuevo entorno para la formación tanto de la competitividad nacional como de la competitividad de las empresas industriales. Las peculiaridades del proceso de implicación de la inversión nacional y de los mercados monetarios y financieros en el sistema global de funcionamiento y reproducción de estas relaciones en el marco de la economía mundial exigen un replanteamiento en el uso de las herramientas tradicionales para mejorar la competitividad de las empresas industriales, lo que permite un uso flexible de todas las formas y métodos de las herramientas de financiación tanto internas como externas.
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