Algunas de las primeras fórmulas de fe del cristianismo primitivo, se originaron posiblemente en la comunidad madre de Jerusalén, en el ambiente de la catequesis bautismal y/o la celebración cultual. Estas fórmulas expresan la comprensión y convicción de creyentes de las comunidades cristianas que vivieron entre los años 30 y 50 aproximadamente. El apóstol Pablo, en algunos de sus escritos, presenta estas expresiones de fe, basadas la mayoría en la doble confesión de la muerte y resurrección de Jesús que se convirtió en el contenido esencial de la predicación apostólica.