La dignidad representa el imperativo categórico de nuestro tiempo y tiene que ser contemplada desde el punto de vista holístico y reconocer que es un ser dotado de principios y derechos que lo deben proteger de cualquier arbitrariedad por el abuso del poder o situación de indignidad e iniquidad. Epistemológicamente, la dignidad constituye un auténtico hilo conductor primario entre los ámbitos éticos, jurídicos y políticos. La dignidad humana se erige como el protoprincipio, el eje modulador de los criterios de justicia, legalidad y legitimidad. De la dignidad se genera la necesaria y responsable libertad que permite al hombre y a la mujer, ser seres que busca su autenticidad, su comprensión de ser-para-la-vida, capaz de autorrealizarse con esperanza y con miras a la convivencia armónica y justa. Una dignidad fundamentada en la individualidad, la integridad, la privacidad e intimidad de todo ser humano. Basado en la reciprocidad existencial con-los-otros y con-el-ambiente, en una relación homeostática social y de supervivencia de la humanidad.