Este trabajo surgió de la necesidad de investigar el aprendizaje y su interacción con los demás y se centra en la importancia de la afectividad en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Como tal, reflexiona sobre la importancia de un aprendizaje más interesante y significativo junto con el papel real de la escuela en el proceso educativo, relacionando el desarrollo cognitivo y afectivo. Enfatiza la responsabilidad del profesional de la educación en la cognición del alumno, permeada por la afectividad, ya que se considera intrínseca la relación entre los procesos cognitivos y afectivos en el funcionamiento psíquico humano. Su eje central es el diálogo entre las teorías del aprendizaje de Piaget, Vygotsky y Wallon, sustentando las concepciones teóricas. Por último, considera que un aprendizaje bien organizado da lugar a un desarrollo mental y pone en marcha diversos procesos de desarrollo que de otro modo serían imposibles.
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