El debate en el seno de los parlamentos es esencia de nuestra democracia y facultad inherente al derecho de representación política. Forma cualificada del derecho a la libertad de expresión, está especialmente protegido por las constituciones y tratados internacionales. No obstante, el debate está limitado por las normas sobre disciplina parlamentaria, que, desde el respeto a los derechos fundamentales de los parlamentarios, forman el marco para el desenvolvimiento de un debate a la altura de la máxima institución representativa de un país.