Estoy convencido de que este libro de Germán Iván Martínez demuestra cómo la enseñanza (y el aprendizaje) de las Humanidades, en general, y la Filosofía, en particular, resulta una necesidad imperiosa, porque permite al hombre ¿si cabe¿ ser más humano y menos indolente y egoísta, más inteligente y menos sabiondo, más humilde con lo que es y menos arrogante con lo que tiene. Finalmente, considero que el autor de La educación filosófica describe con justeza el fácil método de la tan difícil tarea de pensar: ¿El filósofo debe, como el infante, maravillarse de sí mismo y del mundo que lo rodea y en su afán de saber lanzarse al mundo de lo desconocido. Filosofar es entonces jugar (como el niño) a hacer preguntas; pero hacerlas en seriö. Antonio Cajero Vázquez, Doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México (COLMEX) y docente de la Maestría en Literatura Hispanoamericana en El Colegio de San Luis (COLSAN).