La estética de lo grotesco viaja a contrapelo de la estética que tiende a lo bello. Ambas estèticas son sublimes, la primera se desencadena en lo abyecto, en lo inefable, en el horror, la otra tiende a la obra de arte institucional, aceptada por el llamado "buen gusto". La etética de lo grotesco es la devastación del cuerpo, es la apertura de los confines de lo siniestro. Tiene que ver con la incapacidad de aceptar nuestros propios demonios que pululan en las calles tropoezando con cabezas decapitadas, con un futuro desmembrado de la integridad corporal. Este es una texto sobre un país que toos los días se despierta con lo inimaginable.