Igual que el caos equilibra el universo, ¿no podría ser que la estupidez equilibrase nuestra sociedad desde hace miles de años? Una ley todavía sin identificar parece distribuir errores camuflados detrás de otros errores que permiten, por poner algunos ejemplos, al alcalde sonreír a los ciudadanos, al portavoz de la empresa dar la cara ante los accionistas o al maestro exhortar a los discípulos a comprender lo incomprensible. Los errores, como en el cos, son con frecuencia el germen de la creatividad y resultan en la práctica tan indispensables como las enfermedades. ¿Acaso no sería terrible vivir rodeados de perfección?
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