La historia de nuestras escuelas de comunicación ha tenido dos referentes: una exponencial demanda estudiantil y los constantes ajustes en sus programas de estudio, empujados por la tecnología; y la confusión sobre los fundamentos epistemológicos de la carrera. Ha fluctuado sin encontrar respuestas entre dos corrientes aparentemente irreconciliables. Por una parte, la enseñanza del periodismo y la producción audiovisual; y por la otra, la de una educación más amplia de la comprensión del complejo proceso cultural de comunicar. Este trabajo servirá de referente teórico para la reflexión sobre nuestras prácticas educativas y proponer insumos para debatir las diferencias conceptuales acerca de la administración de la enseñanza, su ejercicio, los saberes y disciplinas que potencian la existencia y pertinencia de la educación en comunicación, una profesión que debe poner de relieve las transformaciones que vivimos en todos los ámbitos. El reto ético de las escuelas de comunicación de América Latina se centra en la evaluación histórica de su enseñanza, porque en esa arqueología se fundará el exorcismo cultural que tanto hemos necesitado.