Durante las tres últimas décadas, la rápida industrialización de China ha producido un gran desarrollo social y económico, pero ha causado graves problemas medioambientales. La contaminación atmosférica, cada vez más grave, perjudica el crecimiento económico a largo plazo y pone en peligro la salud pública. La contaminación atmosférica ya había molestado a los países occidentales a mediados del siglo pasado. Pero tras décadas de esfuerzos, la calidad del aire había mejorado mucho y había dejado de ser un grave problema medioambiental. Tanto las experiencias prácticas como las teorías de la Curva de Kuznets del Medio Ambiente y de la Dependencia de la Senda nos han enseñado que la contaminación atmosférica puede acompañar al desarrollo industrial, pero que es posible reducirla sin obstaculizar el aumento de la productividad y el crecimiento económico. A partir de las experiencias pasadas de reducción de la contaminación en Occidente, la legislación firme y escasa, el desarrollo tecnológico y la transición institucional han ayudado con éxito a los países occidentales a deshacerse del sistema de bloqueo de la contaminación adversa y a entrar en una sociedad respetuosa con el medio ambiente. Hay muchas experiencias que merece la pena que China aprenda para resolver problemas medioambientales similares y reducir las emisiones.
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