"Las elecciones se volvieron una farsa en la que prácticamente lo único que no se mueve son ideas, ni propuestas para solucionar los problemas de la gente. Las campañas se convirtieron en un mercado de dinero. Ha hecho carrera la idea de que sólo es posible ser un candidato con opción si se tienen millones y millones para gastar, poderosas maquinarias partidistas, y la posibilidad de comprar de costosas campañas publicitarias. La forma de elegir es como un bingo, una lotería, pues una cosa es lo que prometen y otra muy distinta cuando están en el poder. Las campañas parecen un galimatías de números, colores, fotos y "frases de cajón", slogans, que se repiten en carteles y vallas, en la radio y la televisión."