Tanto los incentivos fiscales como las medidas sancionadoras son eficaces para recaudar ingresos y cambiar comportamientos. Sin embargo, para responder a la pregunta de cómo debe proceder un gobierno a la hora de aplicar los impuestos e incentivos medioambientales, es evidente que es necesaria una amplia base de participación. Por lo tanto, las desgravaciones y los incentivos no sólo deben estar disponibles para los pocos contribuyentes selectos de las industrias que producen energía o residuos, sino que deben ofrecerse a todas las personas que modifiquen su comportamiento en beneficio del medio ambiente. Del mismo modo, las sanciones y los impuestos no deben perjudicar a industrias o personas concretas, sino que deben penalizar todo tipo de comportamientos y consumos que provoquen contaminación. La forma más sencilla de proporcionar beneficios fiscales a todas las personas es a través de los impuestos indirectos. Es evidente que los impuestos indirectos se aplican como medida punitiva para frenar la contaminación. Además, el impuesto sobre la contaminación es una buena manera de que el fisco obtenga ingresos. Sin embargo, cuando estos impuestos son efectivos, la contribución de ese impuesto específico sobre la contaminación a los ingresos totales se reduce, por lo que si se confía en los ingresos de los impuestos sobre la contaminación, estos impuestos tendrán que aumentar con el tiempo.
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