El influjo en Eurípides de la retórica y de las nuevas corrientes de pensamiento sofístico en la ciudad de Atenas de finales del S. V a. C. es perceptible no sólo en el estilo de sus composiciones, fuertemente formalizado y retorizado, como es de esperar en un género literario que hace uso de un registro lingüístico de alta poesía, sino también en el hecho de que con frecuencia sus personajes debaten y se enfrentan entre sí verbalmente al más puro estilo de los discursos contrapuestos como si, de hecho, se hallasen litigando ante un tribunal de justicia o promoviendo sus puntos de vista ante una asamblea. Lejos de ser algo superfluo o mal integrado en el conjunto de la pieza, la retórica cumple una función en la compleja estructura dramática de sus tragedias, bien por contener elementos relevantes respecto del tema de mayor calado de la pieza, bien por contribuir a la caracterización dramática del personaje que discursea retóricamente, bien por influir en el desarrollo de la acción y contribuir a la creación de momentos de gran tensión y emoción dramática, bien por ofrecer un cierto aire de novedad posible en un género con fuertes restricciones temáticas de carácter tradicional.