Pocos son los estudios de hermenéutica que incluyen la obra del abad calabrés Joaquín de Fiore (1135-1202). Desde muy temprano fue ella condenada como herética, y asociada a los más distintos movimientos heterodoxos, proféticos y apocalípticos. El libro analiza la hermenéutica medieval desde la perspectiva de Joaquín de Fiore, ofreciendo una nueva visión de las tradicionales interpretaciones alegórica y tipológica. También expone el método que provoca la gran innovación en la lectura de la historia posterior al primer milenio cristiano: la comprensión por concordia. La fuerza de esta hermenéutica tuvo, a pesar de las constantes prohibiciones, una continuidad inmediata entre los franciscanos del siglo XII, y después en Lessing, Hegel, Marx y Compte entre otros. En la conquista de América, vuelve profética en los escritos de Cristóbal Colón y en los ideales de los misioneros jesuitas (Francisco de Borja) y franciscanos (T. Motolinía y J. Mendieta). El reto principal de la hermenéutica joaquinita no es hoy la retomada de alguna forma de cristianismo, sino la búsqueda de superación de todo cristianismo vigente. Tras el cristianismo, empieza una nueva era de plena libertad espiritual.