Este libro relata la historia del descubrimiento de la fisión fría, el que provocó la revisión de las teorías sobre la fisión nuclear. En 1981, en la fisión de los núcleos uranio 234, uranio 236 y plutonio 240, respectivamente, en el Reactor de Alto Flujo del europeo Instituto Laue Langevin (ILL) de Grenoble, se puso en evidencia la existencia de la fisión fría. Se detectaron fragmentos con altos valores de energía cinética y que no emitían neutrones: llegaban a los detectores con las mismas masas que tuvieron en el momento de la escisión (cuando los fragmentos empiezan a separarse), sin ninguna perturbación de su energía cinética final. Contrario a lo esperado, en la fisión fría, no hay preferencia por fragmentaciones con número par de nucleones (A). Este resultado contradecía la hipótesis de la supefluidez, hasta entonces aceptada por los expertos. Paralelamente, se descubrió en "efecto Coulomb", el que, para una misma energía disponible, favorecía las fragmentaciones con mayorantisimetría de carga. El autor del libro participó en el equipo protagonista de esta historia crucial para el entendimiento de la fisión, hecho reconocido en artículos y libros especializados.