Lo escrito siempre queda impregnado aunque el ventarrón intente confiscarlo; la palabra así crece en la propia vertiente de su mismísimo vendaval...El verbo nunca se aparta del veedor que profundizäPor lo tanto, el decir cuando se escribe en verdad hiende la más artística veracidad; en síntesis: el arte de la escritura es leer más allá de la mirada; el veedor se constituye en un lector que realmente se subsume en la re creación.