Este libro informa a los políticos africanos y de países en desarrollo de la importancia de tener en cuenta sus culturas para ejercer un liderazgo eficaz en sus países. Cada país tiene su propia cultura. La cultura nacional identifica y determina a los habitantes de cada país. No existe una cultura universal. Un país que prescinda de su cultura acabará viviendo bajo una cultura de exportación, perdiendo su identidad y llevando una vida de esclavitud mental. Es la política nacional la que dirige el país. El respeto y la consideración de la cultura nacional deben encauzar todas las acciones en aras del interés nacional y del bienestar social y económico de la población. La política nacional debería alejarse de la manía de copiar culturas extranjeras si espera sobrevivir en este mundo digital en constante cambio.
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