Los mensajes de culpabilidad del pasado no tienen eficacia y son crueles y desproporcionados, porque el adicto no es ya el sujeto culpable de su enfermedad sino objeto de la misma, es responsable sin duda del consumo y de su recuperación, pero no de su enfermedad. La enfermedad se puede producir o no y todos somos vulnerables. Es hora de ver la otra cara de la adicción y es hora de empezar a soñar con un nuevo despertar, una nueva generación de jóvenes comprometidos e ilusionados con una vida sana y pura. Porque no podremos evitar los riesgos ni eliminar las drogas o los comportamientos adictivos de la circulación, pero sí podemos cambiar el destino de los acontecimientos y sí podemos acoger en nuestros brazos este sector de la sociedad y reincorporarlos a la redención de sus vidas.