Los beneficios de la competencia emocional en la vida de las personas han sido probados por la comunidad científica en los últimos años. Esto ha traído consigo la proliferación de programas de intervención para la mejora de ésta. La mayoría de ellos utilizan como recurso la lectura, pero la relación entre estas dos variables no está suficientemente demostrada. Esto motivó la realización de un estudio que tuvo como objetivo conocer la relación existente entre la competencia emocional y la frecuencia y el tipo de lectura de los futuros profesionales de la educación. Los hábitos lectores y la inteligencia emocional fueron evaluados mediante un cuestionario diseñado ad hoc para el estudio y el TMMS-24, respectivamente. Los datos obtenidos nos permiten afirmar que la lectura influye positivamente en el desarrollo de la competencia emocional, que los estudiantes universitarios leen poco y necesitan trabajar sus habilidades para la gestión inteligente de las emociones. Los resultados sugieren la necesidad de desarrollar programas que fomenten la lectura y contribuyan al desarrollo emocional.