"Tú... estabas... genial", susurró Michelle mientras me acurrucaba en el cuello y me daba besitos detrás de la oreja. Levanté mi cuerpo cansado y sudoroso una última vez, lo suficientemente alto como para besarla en los labios. "Te amo, nena" suspiré, exhausto pero satisfecho.Michelle no repitió lo que dije, y ni siquiera lo reconoció. Me miró a los ojos y sonrió. No tenía que decir nada, yo sabía que me amaba. Siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Los gemelos saben estas cosas."Tengo que orinar", susurró y chocó contra mi costado para hacerme mover. Me bajé de mi hermana y ella se apresuró en el baño, ahuecando su mano entre sus piernas para atrapar todas las gotas de esperma que podrían salir de su coño. Me reí en silencio y enterré mi cabeza en las almohadas. Eran sólo las diez. Mamá no estaría en casa de una. Tal vez pueda dormir una o dos horas más. "Viniste mucho aquí", gritó Michelle desde el baño."¿Qué?" Le pregunté cuando me senté. Supongo que dormir no era una opción ahora mismo."Viniste mucho por aquí. ¿Fui yo, o fue la película?""Eso fue todo tuyo, nena", mentí. La última compra de mamá fue una de las porno más sucias que he visto.