El hombre observó al Cù Sìth desde su enmarañado pelo hasta sus cuatro patas del tamaño de la mano de una persona. Esa criatura mística y a la vez maligna tan solo podía ser derrotada por la magia de esa moneda de oro de la medalla celta siendo la espada de hierro que hizo un herrero irlandes totalmente inofensivo para el Cù Sìth. El Darrig Lejano estiró de una manera cuidadosa su brazo y tocó con su mano la moneda y la desprendió con mucha habilidad del collar por una vez más traicionando al hombre. El hombre le clavó la espada varias veces de una manera seguida y con mucha fuerza al Cù Sìth en la zona en la cual normalmente estaría el corazón del perro sabueso, pero nada se hizo en el Cù Sìth. Ni siquiera la más mínima gota de sangre cayó. ¿Es que él Cù Sìth no estaba hecho de carne y de huesos? Eso fue totalmente inexplicable. Él Cù Sìth quería llevarse como sea el alma del hombre al precio que le costará. ¿Logrará el hombre sobrevivir ante ese gran peligro?