El término memoria política remite a la idea de que existen pueblos que recusan su pasado y otros que recusan el olvido. Sin embargo, recordar y olvidar no constituyen oposiciones absolutas, aunque en las sociedades marcadas por genocidios o por el terrorismo de Estado, el pasado no deja de retornar como una dimensión espectral de la política. Por eso es pertinente actualizar la pregunta que se hizo Halbwachs en el siglo XIX sobre el significado de la memoria, pensando ahora en sociedades latinoamericanas que fueron dilaceradas por hechos de violencia política. ¿Qué significa recordar para esas sociedades?; ¿cómo considerar esas singulares formas de memoria que se inscribieron en movimientos de derechos humanos, comisiones de verdad y justicia, monumentos y otros tipos de agenciamiento?; ¿cómo diferenciar la memoria social de esas memorias de la violencia política sustentada por un trabajo activo de agentes y de prácticas que irrumpen en el espacio público? En este libro nos referimos a la memoria política como un campo de fuerzas sociales que altera la propia temporalidad y las formas acción política.