La teoría de la fragmentación más que una teoría estética en sí es una manera de entender el mundo. Supone la consecuencia del replanteamiento del arte sobre sí mismo, de la huida de la realidad externa, o si se prefiere, de la sustitución de una realidad positivista por una realidad estética más flexible, autocrítica y plural, capaz de albergar tantas visiones del mundo como sea posible. Desde el Romanticismo, pasando por el Simbolismo y el Modernismo Hispanoamericano, hasta los Movimientos de Vanguardia y el Modernismo Europeo la evolución de estas visiones varía, pero en todos permanece un factor que los aglutina: la fragmentación como un medio para mantener abierta la posibilidad del cambio, el arte como un proceso en continua evolución. La fragmentación es la base de esa búsqueda de lo diverso, de aquello que rompa los parámetros del inmovilismo estético anterior.