El encuentro con América vino a redimesionar las relaciones que, hasta entonces, tenían los reinos del Viejo Continente entre sí y con el resto del orbe. En este contexto entraron como especiales protágonistas España e Inglaterra, la primera como la nación "descubridora" del nuevo continente que se asomaba a los ojos europeos, y la segunda como el vecino europeo que, más tarde, se convirtió en el principal contrapeso de la política española en América. Desde entonces el Nuevo Continente fungió como uno de los principales bastiones de la riqueza española y por tanto, de su influencia política en un imperio ibérico que se ungía como universal. Lo que tropezó con la política de "equilibrio" que comenzaba a fraguar el reino inglés, para poner en la órbita británica el plan de colonización americana y de arrebato de la más preciosa perla a la corona española. En este entramado entró como especial sujeto el fraile viajero inglés: Thomas Gage, quien tuvo la rara y exquisita oprtunidad de entrar en América, el territorio del que Inglaterra ansiaba noticias y del que se había visto excluida por una Bula Papal.