En el altiplano central de Colombia habitó desde tiempos prehispánicos el pueblo muisca, que en el periodo de la conquista dio origen a la leyenda de El Dorado, cuyas raíces surgen de las prácticas religiosas que involucraban a los caciques, los cuerpos de agua y las ofrendas de oro. Estas prácticas se formaron en medio de un complejo de ideas y tradiciones milenarias que se mantienen vivas hoy entre los descendientes actuales de los muiscas, y que siguen jugando un importante papel en las relaciones sociales de esta región de Colombia.