Dios, con gran amor y felicidad durante su nueva creación, incluyó el árbol de la vida en el jardín del Edén. El plan de amor perfecto de Dios era que Adán y Eva rechazaran la tentación de pecar y, así, no conocieran el mal. Entonces, podrían comer de este árbol y heredar la inmortalidad a la humanidad. En este libro analizamos la vida humana si no existiera el pecado, y como el humano puede, a través de su percepción divina, ver más allá de lo que puede ver con su percepción humana. Con la vestimenta de la percepción divina logra encontrar y sentir la verdadera felicidad interior, la cual, solo se puede sentir cuando se es consciente de la presencia de Dios en la vida diaria. También se analiza como el diablo, que odia al hijo de Dios, le ofrece una percepción maligna, con la cual se crean pecados personalizados. El humano, al confundirse, se siente dios de su propia vida y solo quiere hacer su voluntad. Esto le lleva a negar su amor a Dios, a la creación y a la humanidad. Al negar su amor, sin darse cuenta, se niega el amor a sí mismo. Así, el diablo logra mantener al humano en constante angustia y depresión y trata de destruirlo. Su objetivo es llevarlo a querer suicidarse o desear la muerte de los demás. Cuando el humano decide pedir perdón a Dios, y rechaza su propia voluntad, entonces, recupera su percepción divina. Al recordar y aceptar que Dios es su creador, su espíritu se llena de amor. Se da cuenta que su deber, como hijo de Dios, es solo perdonar y amar.
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