La idea de que la mente existe como una entidad inmaterial separada del cuerpo es un mito. Perpetuamos este mito con el uso continuado de la palabra «psicología», que literalmente significa el estudio de la mente, el alma o el espíritu. Los psicólogos contemporáneos no estudian la mente ni el alma. Estudian el comportamiento humano y animal. Este libro aborda uno de los puntos ciegos más asombrosos de la psicología: la incapacidad de los psicólogos para reconocer que todos los llamados fenómenos psicológicos son, en todo momento y en todos los aspectos, procesos físicos y no mentales o inmateriales. Para ilustrar este punto, el autor intenta demostrar que los conceptos de la física, la química y la biología son necesarios y suficientes para explicar todo comportamiento. Los comportamientos son acciones o movimientos que, desde el punto de vista de la física, implican fuerza, energía y materia. El libro termina con un análisis de las implicaciones de adoptar un enfoque fisicalista en todas las disciplinas de la psicología, y no sólo en algunas.
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