La toma de decisiones judiciales se ha considerado durante mucho tiempo como un ejercicio objetivo que no está influenciado por ningún factor o variable externo. Esta visión de la ley se conoce como formalismo. Según el formalista, los jueces solo buscan entre las leyes existentes y aplican la ley que mejor se adapta al caso en cuestión de manera objetiva. El realismo jurídico, sin embargo, no está de acuerdo con esta visión de la toma de decisiones judiciales y sostiene que la toma de decisiones judiciales está influenciada por otros factores externos distintos de las leyes existentes por sí solas y, como tal, la toma de decisiones judiciales no puede considerarse un ejercicio totalmente objetivo. Por ejemplo, un fallo que produce un resultado como 2:3, lo que significa que dos de los jueces están de acuerdo con el caso en cuestión, mientras que tres de los jueces, por otro lado, no están de acuerdo. La cuestión, por lo tanto, es que estos cinco jueces están examinando la misma ley y probablemente se basan en los mismos precedentes, pero aún así llegan a conclusiones diferentes. Estos casos respaldan el hecho de que la toma de decisiones judiciales no es un ejercicio totalmente objetivo y que la orientación y el sistema de creencias personales de los jueces podrían influir en su toma de decisiones.
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