En Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente (1814), Alejandro de Humboldt supera las contradicciones existentes entre el goce de la naturaleza y su formación científica objetiva, a través de una intuición poética que brota de la fascinación que le produce la naturaleza de la Zona Tórrida. Emoción y razón; ciencia y literatura, se conjugan en la prosa humboldtiana para dejar una huella indeleble de en la memoria latinoamericana.