Como decía Víctor Hugo: "no hay nada más poderoso que una buena idea a la que le ha llegado su momento". Según Rifkin (2014), contamos con una nueva y extraordinaria infraestructura tecnológica, con el potencial de fomentar la productividad y reducir a casi cero los costes marginales de grandes segmentos de la vida económica. Esto desencadenaría un nuevo paradigma económico, en donde tecnologías como las cadenas de bloques (blockchains), el Big Data y el Internet de las Cosas (IoT) jugarán un papel protagonista. La tecnología de las Cadenas de Bloques (blockchains) facilitará la democratización de la información, mediante una base de datos descentralizada y abierta, que se ejecuta en millones de computadoras y que funciona como un gran libro de contabilidad, que se va incrementando, conforme se van produciendo movimientos validados, sin posibilidad de borrarlos o modificarlos por nadie. Además, las blockchains darán origen a lo que denominamos el Internet del Valor, donde todo tipo de activo, desde el dinero hasta la música, podrá almacenarse, moverse, tramitarse, intercambiarse y manejarse, sin intermediarios poderosos.