A partir de la huelga general convocada para impedir el embarque de los reservistas con destino a la guerra de Marruecos, en julio de 1909, hace cien años, en Barcelona y otras poblaciones catalanas estalla una revuelta popular en la que se quemaron iglesias, centros escolares y conventos. En una ciudad literalmente en llamas, se enfrentaron en las calles dos formas de entender la vida, el trabajo, la ciencia, la guerra y las relaciones entre las personas, muestra de la tensión acumulada durante largo tiempo y de la lucha del pueblo por disfrutar de un espacio propio. Un factor determinante en esta historia es el progresivo proceso de descomposición del poder que desde siglos había detentado la Iglesia española. En aquel momento, la laicidad penetraba en España con las ideas enciclopedistas del Siglo de las luces y el darwinismo, fomentando así el establecimiento de centros obreros, logias masónicas, cooperativas, centros espiritistas o grupos pacifistas, todos ellos con sus correspondientes bibliotecas y escuelas anexas. Y en el centro de la tensión aparece la propuesta educativa de racionalistas y anarquistas, con Ferrer Guardia y su Escuela Moderna a la cabeza, que sería sacrificada después de los sucesos de aquella semana revolucionaria. Aparecen en este estudio nuevos rostros de los protagonistas de aquellos hechos en un intento por comprender parte de la historia de España. Una historia, la de los librepensadores y racionalistas, poco explicada y olvidada dentro del indispensable proceso de recuperación de memoria histórica en el que nos hallamos inmersos.
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