La savia de todas las democracias del mundo son las elecciones periódicas. En una democracia, la autoridad del gobierno deriva únicamente del consentimiento de los gobernados y las elecciones son el principal mecanismo a través del cual el consentimiento del pueblo se traduce en autoridad gubernamental legítima. Además de conferir legitimidad al poder gubernamental, las elecciones ofrecen a los ciudadanos la oportunidad de tomar decisiones políticas que informan la política pública y la gobernanza durante el mandato del gobierno elegido. Para ser legítimas y democráticas, las elecciones deben ser competitivas, periódicas, inclusivas y definitivas. Las elecciones democráticas son una característica esencial que define a los Estados democráticos constitucionales y, como tales, las instituciones, los principios y los procesos que rigen e informan el sistema y el proceso electoral se definen en las constituciones de dichos Estados y forman parte de ellas. Pero la democracia no es un fin en sí misma, sino un medio para lograr una sociedad más abierta e inclusiva en la que las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos se maximicen y medien en el contexto de un todo colectivo. En consecuencia, es imperativo revisar la constitución periódicamente.
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