La prevención y el control de infecciones (CIP) ocupan una posición única en el campo de la seguridad de los pacientes y los trabajadores sanitarios y la calidad de la atención, ya que son universalmente relevantes para todos los trabajadores sanitarios y pacientes, en todas las interacciones sanitarias. La CIP es un enfoque de eficacia probada para prevenir la transmisión de riesgos infecciosos, pero su aplicación requiere un apoyo programático institucional, financiero y de conocimientos. Una CIP eficaz requiere una acción constante en todos los niveles del sistema sanitario, desde los responsables políticos hasta los gestores de los centros, los trabajadores sanitarios y otras partes interesadas, así como todas las personas que acceden a los servicios sanitarios y sus familiares. La CIP es también una piedra angular de la resiliencia y la preparación del sistema sanitario. La pandemia de COVID-19 demostró la importancia de proteger a los trabajadores sanitarios y a los pacientes mediante la CIP y el papel central de los centros sanitarios en el control de las enfermedades infecciosas emergentes. La jerarquía basada en la evidencia relacionada con la higiene de las manos ha demostrado que ésta es la única panacea y el único enfoque infalible para prevenir la propagación de infecciones. Al igual que en la pandemia de COVID-19, también los esfuerzos y estrategias de respuesta en materia de higiene de las manos han creado un momento sin precedentes.
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