El hombre no es un ser que decida aceptar a Dios porque vió que era un concepto muy bien logrado y que Dios desde lejos viene y le da cosas al hombre y éste, con libertad, decide hacer o no hacer. Esta es una concepción muy metafísica y extrinsecista de la revelación y de la moral cristianas. El proceso es diferente: Dios se dona totalmente constituyendo un ser amado (el hombre) y éste responde abriéndose a la donación y constituyéndose en donación en este mundo para otros hombres y así realizarse plenamente como hombre. Así el hombre habita el mundo muy cerca de Dios que lo ama y muy cerca de los hombres quienes lo aman, y así en una circularidad de donación, se constituye un mundo muy humano (o en otras palabras, muy divino). Esta es la nueva teología moral social.