En este texto se pretende poner de manifiesto que para san Agustín, el principio y fundamento de la excelencia humana consiste en volver al hombre interior . Este itinerario, que en palabras de Etienne Gilson, va de lo exterior a lo interior y de lo interior a lo superior , supone una auténtica vivencia del mensaje central del Evangelio: el amor. Surge así una ética cifrada en el reconocimiento de la Verdad y el Bien en el interior del hombre, a partir del cual, como fuerza centrífuga, es posible lograr un encuentro más pleno con los semejantes. Dado que la obra de san Agustín no tiene pretensiones univocistas, sino que es retórica, literaria, vivencial, pero no equívoca, es relevante mencionar que el acercamiento del autor consiste en mirar al Obispo de Hipona desde la óptica de una de las más elocuentes y provechosas aportaciones al arte y la ciencia de la interpretación: la hermenéutica analógica de Mauricio Beuchot.