En la antigua Grecia todas las guerras se interrumpieron durante la duración de los Juegos Olímpicos, pero en el mundo civilizado moderno las voleas de los fuegos artificiales de los Juegos Olímpicos de 2008 se mezclaron con las salvas mortales del sistema de destrucción masiva Grad. Por orden del Presidente de Georgia, Mikhail Saakashvili, el favorito del mundo democrático, cientos de civiles y de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz que los defendían fueron asesinados a traición en la capital de Osetia del Sur. El porcentaje de los que murieron esa noche en Tskhinvali se puede realizar si imaginamos que el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, Dios no lo quiera, murieron 80 veces más personas, 160.000 personas. Osetia del Sur es el nervio del Cáucaso. Para el mundo exterior, Osetia del Sur, al igual que Abjasia, es una zona de choque de los intereses geopolíticos de Georgia, Rusia, Estados Unidos y Europa, pero para los pueblos que la habitan, es su tierra natal donde tuvieron la suerte de nacer y vivir. Su vida pacífica se ve periódicamente ensombrecida por otro intento de genocidio por parte de la vecina Georgia, ya sea el disidente Gamsakhurdia, el comunista Shevardnadze o el demócrata Saakashvili. Sólo la comunidad mundial puede poner fin a la tragedia de Osetia del Sur y Abjasia, salvar a su pueblo del genocidio. Rusia ha iniciado este proceso.
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