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Durante la colonización, el desarrollo del África francófona se concibió en forma de grandes grupos: la AOF y la AEF. Con la independencia, cada territorio, para expresar plenamente su soberanía, se separó de estos grupos, fragmentando aún más el continente. Pero muy pronto, algunos dirigentes africanos, como L. S. Senghor, de Senegal, y Kwame Nkrumah, de Ghana, demostraron la necesidad de reagruparse. Este último, en su libro póstumo África debe unirse (Nkrumah 2001), abogaba por la unidad africana. Pero la integración no es fruto de la colonización. Esta noción, que existía mucho antes de la colonización a través del comercio, había quedado completamente distorsionada por la erección de las fronteras coloniales (Goeh-Akué 2009: 16). Había adquirido una nueva forma en la medida en que se podía observar a la misma gente a ambos lados de las fronteras y se obligaba a convivir a pueblos que antes no podían llevarse bien.