El proceso de estirado es la fase más crítica en la fabricación de una lata metálica. Existe la posibilidad de utilizar como material de partida una chapa de acero revestida por tres capas de polímero, pero este revestimiento no debe de fallar ni romperse bajo ningún concepto, para que pueda ser considerado como una alternativa viable y eficaz al proceso tradicional. Durante el estirado, las deformaciones son muy severas y existen altas presiones entre la matriz y la pieza. La reducción de espesor que se produce en el estirado hace que se genere una gran cantidad de superficie nueva. La clave fundamental en el uso de láminas de acero revestidas por capas de polímero en la fabricación de latas radica precisamente en la supervivencia de éstas al proceso del estirado. Otro aspecto muy importante es la rugosidad superficial de la nueva superficie generada, porque la lata se ha de poder decorar perfectamente. El hecho de cambiar el método de fabricación tradicional de las latas de bebidas o de los envases metálicos, y utilizar en cambio este nuevo material previamente revestido, permite una notable reducción en la contaminación medioambiental generada al evitar la formación de COVs.