Un joven novato tuvo la suerte de formar parte del primer grupo de jóvenes admitidos en la universidad, mientras el jolgorio de la admisión estaba en marcha entre sus compañeros, el joven hizo algo ante los ojos de sus compañeros de escuela. Pegó la inscripción "PRIMERA CLASE" en la puerta de su dormitorio, en la cabecera de su cama, en el soporte de su ordenador portátil, etc.; lo que hace todos los días es mirar la inscripción antes de ir a clase. Esta cultura la mantuvo como tradición personal durante años Fiel a su imaginación y a su inscripción, se graduó con honores de primera clase, entre sus compañeros de facultad. El testimonio anterior es la vara de medir y el fundamento básico del libro: ¡la vida es clásica! La vida es una cuestión de clase y no de multitud, es mejor permanecer en la clase de muy pocas personas significativas que perderse en la multitud de personas sin sentido.
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