Adentrarse en "Lado norte, cara sur" es como iniciar una respiración profunda, de esas que en momentos de agitación, hacen que el ritmo del aliento recupere una cadencia sosegada. Al inspirar profundamente y sin prisa, invita al lector a sumergirse entre cafeterías, estaciones de tren y, sobre todo, en parajes naturales. La magia de la poesía es que cada uno extraerá sus propios pensamientos o incluso lecciones, incluso en una misma persona puede sugerir sensaciones diferentes dependiendo del momento en que se disponga a abrir las páginas de este poemario. En mi caso, me recuerda una reflexión que a cierta edad convendría tener muy presente: el verdadero éxito está en saber empezar de cero tantas veces como sea necesario. En sus páginas hay un viaje con desplazamiento físico pero también viajes emocionales a destinos como la infancia, los recuerdos de olores que nos marcaron y que se convierten en el combustible del presente. Un presente que irremediablemente también será pasado y que no querremos olvidar. Varias veces Hélène menciona un tipo concreto de árbol, un abedul "que baila al viento" y que es lo último verá al marcharse. Podría tener miles de significados pero me atrevería a adivinar que en este caso es una referencia a todas las veces que la autora se despide de su Francia natal, la que forjó a la poetisa más niña, para volver a su vida presente. El abedul, muy común en el sur de Francia y en España, se considera el árbol de la "renovación". En la mitología clásica, simboliza el resurgir después de la última era glacial. Es robusto y resiste al clima, también se usa para repoblar zonas calcinadas después de un incendio. [...] Entre el "sinfín de llaves que abren puertas", el lector hallará entre estos versos referencias a Lorca, Alberti y hasta a Baudelaire y sus flores del mal en una clara invitación a perderse en otro viaje por sus paisajes de viento, hiedra y sal en las que no faltará la contradicción constante. Conviene no olvidar que el lado norte de estas páginas necesita la cara sur para sentirse, precisamente norte. Bienvenidos a un viaje por el tiempo que ya no tenemos, que no nos pertenece y que, aunque a veces vaya a trompicones, tampoco nos permite detenernos hasta el final de las vías. Sara Romero Estella
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