Laurita y Valentina son dos gemelas de once años que viven en una cueva de ensueño porque es La Cueva de los Sueños, donde todo es posible. Allí no envejecen y viajan al exterior, en el espacio y en el tiempo con el sólo deseo. Son hermanas y amigas. Tienen también amigas y amigos como Marni, la urraca curiosa; Zinga, la gata de pintas; Patucas, la araña vegetariana; Ojazos, la rana miope; Galapa, la tortuga sabia y perezosa, y Tronco, el árbol amigo de todos. No son estos relatos cuentos infantiles al uso, sino cuentos para aquellos que llevan la niñez en el corazón aunque las arrugas parezcan decir lo contrario. Las gemelas llegaron a la cueva mediante un acto heroico que el lector sabrá si su curiosidad le puede más que su pereza. Quisiera el autor de estos relatos que las gemelas fueran personajes de la vigilia que te llevan a los sueños ya que de los sueños surgieron. O, simplemente, que te llevaran al entretenimiento, que es lo único que importa, a lo máximo que podemos aspirar en esta transitoria y engañosa vigilia que es la vida, vida que no podemos eludir y que debemos ganarla con el sudor del trabajo.