El fútbol tiene en la cultura de Colombia un siglo de vida. Estar en el fútbol es estar en un lugar del giro (o del estadio) y la vida del espectador es marcada por él. Usted se ubica al costado sur o norte, oriental u occidental, en un lugar del espectáculo. Le dicen público porque acude en un estado sentimental para alcanzar otro. Era rarísimo -en Bogotá, capital de Colombia- que una persona a la que no le gustara el fútbol tuviera una camiseta de un equipo. Era más raro aún que alguien entre los 12 y los 25 años utilizara una camiseta y no perteneciera a un grupo de barras bravas (hooligans). Calcule veinte, veinticinco mil personas, tres o cuatro mujeres por cada diez hombres, que usan la camiseta de un equipo de fútbol cuando marchan al estadio los domingos, -ellos en medio de una ciudad de siete millones personas.