La carta de Vanessa me dejó en estado de shock. Años después de haberla conocido en Afganistán, lo que no esperaba era recibir noticias suyas y todavía menos que, presa del pánico, nos pidiera a Sherlock Holmes y a mí que acudiéramos a la mansión en la que residía junto a su familia para investigar la muerte de su sobrina Emily, junto a cuyo cadáver se había encontrado una misteriosa caja de marfil. Dedicado a Vanesa G. Aragonés.
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