El lunes 8 de noviembre de 1784 se presentó ante el capitán Manuel Antonio de Santa María y Escobedo, titular del Juzgado Privativo de Bebidas Prohibidas, un escrito anónimo en el que se denunció que Miguel Antonio Gutiérrez, comerciante de la villa de Aguascalientes, "hace años que ha tenido y en el día tiene crecida fábrica de aguardiente chinguirito hecho de piloncillo y salvado",1 que era "la bebida prohibida más aceptada por el pueblo y perseguida por las autoridades" en todo el virreinato.2 La fábrica se ubicaba en una casa que tenía Gutiérrez en la "calle que llaman del Ojocaliente", finca que estaba exclusivamente destinada a la producción de chinguirito y cuyo administrador era Vicente Montoya. El denunciante daba a entender que Gutiérrez había sido advertido o amonestado, pero que, atenido "a su dominante genio principal y otros particulares valimientos que le cobijan", en especial su amistad íntima con Manuel Zorrilla, teniente del tribunal de la Acordada, continuaba con su floreciente negocio.
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