A lo largo de nuestra historia, hasta la actualidad, nos encontramos sumergidos en un mundo que al parecer todo se nos facilita a través de lo material o lo externo. Estamos sujetos a condicionamientos inculcados desde que tenemos uso de nuestra razón, los cuales han generado un escenario perfecto para explotar la necesidad de cumplir con los mismos a través del éxito, dinero, poder, prestigio, etc., siendo este el único camino señalado hacia el bienestar. Esta forma de vida que se basa en estar ajeno a nuestra sensibilidad interior, también utiliza lo material y exterior al ser para excusarse de sus dificultades o carencias, prolongando así el interminable camino de la insatisfacción. La publicidad hecha sus raíces sobre nuestras carencias mas profundas y mientras optemos por una postura pasiva e irresponsable acerca de la parte que nos toca para resolverlas, no estaremos haciendo más que alimentar el malestar y formando parte de un mundo de insatisfacción del que tanto las organizaciones, políticos, religiones y sociedades utilizan para satisfacer sus propios intereses.