China y Estados Unidos tienen percepciones diferentes de Irán y su programa nuclear. Para que las sanciones fueran eficaces a la hora de presionar a Teherán, la administración Obama necesitaba la cooperación de China, como potencia con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y como primer socio comercial de Irán. Washington intentó que Pekín cooperara con las sanciones mediante estrategias de negociación y presión. China no compartía la preocupación occidental por el programa nuclear iraní y seguía sus propios intereses en esta disputa. Pekín incluso tenía cierto interés en un Irán poderoso y resistente para desafiar la hegemonía estadounidense sobre Oriente Medio, rico en energía, y para hacer que Estados Unidos se enredara en esta región lejos de Asia Oriental y de las fronteras chinas y dependiera de la cooperación de China. Este estudio pretende aclarar las estrategias estadounidenses y las respuestas chinas a este respecto. La política estadounidense del palo y la zanahoria pudo finalmente hacer que China votara a favor de las resoluciones de la ONU contra Irán tras algunas modificaciones en los textos. Pero Pekín continuó e incluso amplió sus relaciones con Irán, y siguió una política audaz para hacer que los logros estadounidenses resultaran costosos y abortivos sin oponerse directamente a Washington.
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