"Un viaje de mil millas, empieza con un paso", fué la observación de Lao-Tsé, uno de los filósofos más relevantes de la civilización china, y que razón tenía. Ese primer paso, casi siempre obligado, donde el hombre se aleja de su Tierra para entregarse a lo desconocido, puede un día llegar a resultar agridulce. Así lo expresa el escritor y periodísta chileno Patricio Villarroel Robles, de forma magistral, en su libro de poemas LEJOS DEL SUR.El poeta piensa que en los países fríos del exilio, solo quedan los recuerdos para abrigarse y que el amor, es más difícil, "cuando se nos empieza a terminar el tiempo, pisando una tierra ajena". Lejos del Sur es un libro hermoso, con una sensibilidad extraordinaria. Mas que un esfuerzo por punir el pasado, es un canto a la esperanza en el que Patricio Villarroel Robles, nos imbuye en su rica vida, con ese don casi mágico con el que dibuja en los versos, que le hace sobresalír ante los demás. (Jorge González Raymond, poeta cubano).Lejos del Sur, a través de sus versos, mira el amor y el desamor desde el exilio. Los poemas saltan de los espejos, por las noches, como las luces traviesas de las luciérnagas del sur, para contar historias de sueños y de sombras y despertarnos el corazón.El poeta insíste en que "no hay fármacos para el amor, cuando el destino nos hace zancadillas y la vida nos escribe páginas distintas. El amor aparece, como una sombra celeste y se va, con miedo en los ojos, con una eterna nostalgia, casi siempre de noche".El poemario editado en Estocolmo, capital de Suecia, insíste en que hay que amar el amor y la vida, como a una amante, hay que buscar otras historias "antes de que el mar deje de ser azul y un hongo gigante de fuego, nos borre para siempre la memoria". El poeta escríbe y sube al tren imaginario de Neruda, a una carreta con mapuches en el sur de Chile, al recuerdo de su padre; al hombre de la luz, que eligió morír para seguir viviendo; a la agonía de Victor Jara en el sótano de un estadio de fútbol. En este largo viaje aparece un ángel que roba la cordura; niños que cantan para salvarnos la prisa; la amiga que amamos en silencio; los hijos que crecen y vuelan como los pájaros; los espejos que guardan el tiempo y todos los rostros posibles; las madres que siempre aparecen, para espantar los miedos y mitigar los fracasos; los amantes que viven con besos prestados; el otro océano, el Pacífico, donde se ahogaron los sueños y los hombres, que no pudieron cruzar el horizonte; los vientos tiránicos del tiempo que amenazan con limpiar la memoria y amordazarnos el corazón; los amores prohibídos y escondidos en un canasto de culpas; la única mujer que siempre queremos mirar; las dudas del alma, cuando abraza otros sueños y medíta; las maldítas células deformes que nos roban la vida y las personas que amamos; el amor, que jamás es para siempre, si se queda prisionero en otros ojos.La poesía de este libro, Lejos del Sur, tiene un mensaje inequívoco y sensible: "Que la vida no venga de nuevo, mañana, con penas que dejan gusto a sal en los ojos, y que los corazones heridos pierdan el miedo y echen a volar, por la corriente del río hacia el mar. Que seamos capaces de borrar las apuestas con la muerte, las lluvias de la memoria, los retratos, los besos que todavía duelen; que se lleven los demonios losresentimientos del alma, las cartas guardadas y los días amargos. El poeta se pregunta si verdaderamente amamos el amor, el que sabe construír sueños, el que dibuja la pasión con exceso, el que duele y trasnocha, o el que nos deja marcados para siempre.
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