Cuenta la leyenda que María Cacao es una hermosa mujer que dicta en español y tiene una piel sensible, largos mechones y una larga seguridad. Se dedica a reunir provisiones de cacao, que luego transporta en su barco español a distintas zonas de Filipinas. Al cabo de una semana, el cacao que lleva a bordo es adquirido por los compradores, y el barco regresa a la isla de Panamao. Punta de Bulalacao, en la isla de Panamao, era la respuesta que daban los viajes del barco cuando se les preguntaba de dónde habían partido.
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